viernes, 17 de febrero de 2012

Vinos de Madrid


Vinos de denominación de origen D.O.

Vinos de Madrid es una denominación de origen D.O. establecida en 1990 y con sede en Madrid (España). Certifica que estos vinos han sido elaborados en la región de la Comunidad de Madrid (España) y que han pasado los controles de calidad oportunos. El consejo encargado para establecer y vigilar estos controles de calidad es el Consejo Regulador de la Denominación de Origen "Vinos de Madrid". Asimismo, este Consejo es el encargado de la promoción de la calidad de estos vinos.

El Consejo Regulador de la Denominación de Origen Vinos de Madrid se encarga de que se cumpla el Reglamento de la Denominación de Origen. Su actuación se puede resumir en cuatro puntos esenciales:

· Control de origen de las uvas

· Control de calidad de los vinos

· Representación y defensa de los intereses de la D.O.

· Promoción genérica de sus vinos


Tres son las subzonas vitivinícolas amparadas a la Denominación de Origen "Vinos de Madrid"; la subzona “Arganda del Rey”, la subzona “Navalcarnero” y la subzona “San Martín de Valdeiglesias” ". En total son más de 7.461,61 hectáreas de viñedo pertenecientes a 54 municipios del sur de la Comunidad de Madrid, siendo la subzona de "Arganda del Rey", situada en el sureste madrileño, la que más municipios comprende y la de mayor producción.

La mayoría de la producción se centra en tintos jóvenes y rosados (subzona de Navalcarnero) y blancos, alguno de estos excelente para crianza (especialmente los de la subzona de Arganda donde se encuentra Titulcia). Existen, no obstante, tintos de Crianza, algún espumoso y los característicos sobremadre.

Historia de los vinos de Madrid


Se puede afirmar que los primeros datos contrastables sobre la existencia de la industria vinícola en los actuales límites de la Comunidad de Madrid datan del siglo XIII, pero no resulta descabellado especular con la existencia de viñedos y vinos en la región muchos siglos antes.

Tras la retirada de los íberos, pasaron por la región cartagineses y romanos, dos pueblos que incluían el vino como elemento de su dieta, y no como elemento baladí. Cualquiera de ellos pudo introducir el cultivo de la vid, si es que no lo estaba con anterioridad, pero parece más probable que fuera Roma la responsable.

Por Madrid pasaban importantes vías de comunicación de la Hispania romana y a lo largo de estas calzadas se establecieron puestos militares, algunos de los cuales acabaron por convertirse en prósperas ciudades. Destacó por su transcendencia Complutum (Alcalá de Henares) junto con Titulcia, importante nudo de comunicaciones, Carabaña, Arganda, Cadalso de los Vidrios, Buitrago y Torrelaguna, entre otras.

Partiendo de esta teoría, es seguro que la posterior invasión árabe no puso en grave riesgo los viñedos que encontraron a su llegada ya que, a pesar de la prohibición coránica, el cultivo de la vid mantuvo notable presencia en la España musulmana.

Aún así, habría que esperar hasta los siglos XIII y XIV para verificar la existencia de viñedos concebidos como actividad agraria especializada, en los alrededores de las poblaciones. Las ciudades se ven afectadas por el impulso de la nueva economía de cambio y esto hace del vino un importante objeto de comercio, junto con el cereal y otros productos básicos.

Es, entonces, el siglo XIII la fecha de la que datan los primeros documentos sobre la existencia de vinos de Madrid. Se trata de una disputa por la posesión de un viñedo entre unos monjes y el señor feudal, que fué resuelta finalmente por el arbitraje del rey.

Los vinos madrileños llegan al siglo XV con un aurea de prestigio, plasmado ya en citas literarias, como las del Arcipreste de Hita. Hay múltiples testimonios del aprecio que tenían los vinos elaborados en la propia ciudad, que eran "exportados" a otras localidades.

El siglo de Oro supone un momento importante para la región y para sus vinos. La elección de Madrid como capital del reino supone un notable crecimiento de la demanda y, a su vez, de la producción.

Además de los tantas veces loados vinos "San Martín", la capital se abastece de la producción de Arganda, Alcalá de Henares, Fuencarral, Alcobendas, Torrelaguna, etc...

Los vinos consumidos durante el reinado de Felipe IV procedían, sobre todo, de los alrededores de Madrid. Tenía fama el vino de Valdemoro, pero los más prestigiosos seguían siendo los "vinos preciosos" de San Martín, a los que se habían unido los de Cadalso y Pelayos. En la propia ciudad de Madrid se mantenía una producción notable; había viñedos famosos por diversas calles de la capital que pervivieron hasta bien entrado el siglo XX.

Madrid llega al siglo XX con más de 60.000 hectáreas de viñedo, pero en 1914 se detecta la primera filoxera en San Martín de Valdeglesias. La plaga se extiende rápidamente, arruinando el viñedo madrileño y provocando un cambio sustancial en sus vinos.

En los años cincuenta, tras la Guerra, con la implantación masiva de variedades seleccionadas por su rendimiento cuantitativo y grado de alcohol, con predominancia de Garnacha en las zonas de Navalcarnero y San Martín y de Airén en Arganda. En esta época surgen la mayor parte de las cooperativas. Al mismo tiempo, el crecimiento de la ciudad engulle algunos de los que en otro tiempo eran vinos más celebrados de Madrid. La segunda mitad de siglo deja que vinos como los moscateles de los Carabancheles, Villaverde, Hortaleza o Fuencarral pasen a la historia. Los polígonos industriales y la conversión de los pueblos en ciudades-dormitorio acaban con los vinos de Valdemoro, Pinto, Getafe, Móstoles, Torrejón, Alcobendas o Alcalá de Henares. Aeropuerto y bases aéreas hacen lo propio con los viñedos de Barajas y Torrejón.

A finales de los setenta sobreviene la crisis. Desciende el consumo de vinos, sobre todo el comercializado a granel que tanta salida daba a la producción. Se impone la renovación del sector y son necesarias costosas inversiones para rejuvenecer los viñedos, recuperar las variedades de uva y actualizar los criterios de elaboración. Los ochenta marcan un cambio espectacular en el panorama vinícola español, al que el vino de Madrid no permanece ajeno. La historia de los que podríamos denominar el nuevo vino de Madrid arranca de 1984, con el reconocimiento de la Denominación Específica Vinos de Madrid.

Un fuerte impulso al embotellado en origen no tardaría en llegar y, con él, las consecuentes mejoras en la calidad de los vinos. Algunas marcas madrileñas comienzan a ser reconocidas por la crítica y consideradas entre los mejores vinos de España. En marzo de 1986 el Ministerio de Agricultura aprueba la Denominación Específica Vinos de Madrid. Por fin, en noviembre de 1990 queda reconocida oficialmente la Denominación de Origen Vinos de Madrid.

El esfuerzo por ganarse el puesto histórico que les corresponde está de nuevo respaldado por una ansiada y recuperada calidad. Las bodegas toman conciencia de la necesidad de ofrecer vinos con buena relación calidad-precio y este esfuerzo se transmite de inmediato al consumidor. La consecuencia más directa es una presencia cada vez más destacada de los vinos de Madrid tanto en los mercados locales como en otras zonas españolas, sin olvidar que las exportaciones al extranjero están teniendo cada vez un éxito mayor.

La última década ha sido crucial en la consolidación de esta tendencia, ya que en el siglo XXI los vinos de Madrid compiten en las cartas de los mejores restaurantes.

Hoy en día nuestros caldos se exportan a lugares como Estados Unidos, Canadá, Japón, China, Suiza, Alemania y el Reino Unido. Dentro y fuera de nuestras fronteras los Vinos de Madrid han ganado prestigiosos premios internacionales, obteniendo un mayor reconocimiento y dignificando el vino madrileño.

Zonas vitivinícolas de Madrid

Los términos municipales englobados en la D.O. Vinos de Madrid y desglosados por subzonas, en total son más de 22.000 hectáreas de viñedo pertenecientes a 54 municipios del sur de la Comunidad de Madrid y son las siguientes:

Subzona de Arganda: Ambite, Aranjuez, Arganda del Rey, Belmonte de Tajo, Brea de Tajo, Campo Real, Carabaña, Colmenar de Oreja, Chinchón, finca "El Encín" de Alcalá de Henares, Estremera, Fuentidueña del Tajo, Getafe, Loeches, Mejorada del Campo, Morata de Tajuña, Olmeda de las Fuentes, Orusco, Perales de Tajuña, Pezuela de las Torres, Pozuelo del Rey, Tielmes, Titulcia, Torres de la Alameda, Valdaracete, Valdelaguna, Valdilecha, Villaconejos, Villamanrique de Tajo, Villar del Olmo y Villarejo de Salvanés.



Subzona de Navalcarnero: El Álamo, Aldea del Fresno, Arroyomolinos, Batres, Brunete, Fuenlabrada, Griñón, Humanes de Madrid, Moraleja de Enmedio, Móstoles, Navalcarnero, Parla, Serranillos del Valle, Sevilla la Nueva, Valdemorillo, Villamanta, Villamantilla, Villanueva de la Cañada y Villaviciosa de Odón.

Subzona de San Martín de Valdeiglesias: Cadalso de los Vidrios, Cenicientos, Colmenar del Arroyo, Chapinería, Navas del Rey, Pelayos de la Presa, Rozas de Puerto Real, San Martín de Valdeiglesias y Villa del Prado.

En la orografía y el suelo si presentan diferencias; mientras que en Arganda, su topografía es ondulada y sus suelos son de caliza blanda y margas, en San Martín, el relieve es mas abrupto con suelos arenosos y pobres en caliza y en Navalcarnero, se presenta un relieve más suave de suelos pardos y escasa caliza.

El terreno se encuentra entre los 522 y 800 m sobre el nivel del mar. El clima es continental con temperaturas extremas que van de los -8 °C de mínima en invierno a los 41 °C de máxima en verano. La pluviometría oscila entre los 461 y los 658 m sobre el nivel del mar, siendo un clima seco con pocas precipitaciones y siendo más frecuentes en primavera y en otoño.

Las variedades de uva admitidas por la reglamentación de esta D.O. son Albillo, Airén, Parellada, Torrontés, Viura, Malvar y Moscatel de Grano Menudo, en blancas, y Garnacha Tinta, Merlot, Tinto Fino, Syrah y Cabernet Sauvignon, en tintas.

En las tres subzonas de la D.O. se elaboran vinos tintos, rosados y blancos. Los tintos de San Martín de Valdeiglesias son vinos robustos, ricos en cuerpo y color, muy afrutados y sabrosos, de baja acidez, cálidos y enérgicos.

Los tintos de Navalcarnero presentan rasgos comunes con los anteriores, si bien su graduación alcohólica es más moderada.

En la subzona de Arganda se producen tintos equilibrados, de bonita librea y moderada graduación, que sometidos a crianza en roble adquieren complejidad y elegancia.

Los blancos más significativos son los de Arganda, pálidos, suaves y de paladar afrutado. En San Martín de Valdeiglesias, los blancos brisados elaborados con la uva Albillo tienen una arraigada tradición.

Rutas de vino en Madrid, subzona de Arganda donde se encuentra Titulcia


El enoturismo o turismo de vino, permite a los turistas conocer una zona en particular, combinando el clásico turismo rural y paisajístico, con el disfrute y el acercamiento al mundo del vino.

Situada al sudeste de la Comunidad de Madrid,  se encuentra la subzona Arganda, es la más grande de las tres que forman la Denominación de Origen Vinos de Madrid. Sus tierras están regadas por las aguas del río Jarama, y de sus tributarios Tajuña y Henares. Las variedades utilizadas son las tintas Garnacha, tempranillo y Cabernet Sauvignon y las blancas Airen, Malvar, Parrellada, Torrontes y Macabeo. Elabora vinos tintos, blanco y rosados, destacando sus blancos pálidos y suaves y sus tintos equilibrados y de moderada graduación. 

Su clima continental clásico, con temperaturas extremas tanto en invierno como en verano, alcanza una media anual de unos 14 grados. La lluvia es bastante escasa, con precipitaciones concentradas en primavera y otoño, mientras que la insolación es bastante abundante, rondando las 2.800 horas de sol al año.

La composición del suelo es adecuada para la producción de vinos de calidad. Estos rasgos climáticos, junto al marcado carácter agrícola de la región, hacen del viñedo, unido al cereal y al olivo, un cultivo frecuente y fructífero para sus agricultores.

Entre las 22 bodegas que hay en esta subzona elaboran unos 20 millones de litros de vino cada año, lo que supone algo más del 60% del total producido por la D.O. Vinos de Madrid. Como consecuencia, los vinos de la subzona de Arganda han llegado a ser uno de los productos autóctonos de calidad que conforman el atractivo patrimonio gastronómico de esta región.

Variedades de uva de nuestra subzona de Arganda


Airén. La más extendida. De buena producción y muy resistente. Vinos pálidos, afrutados y con paso de boca ligero y fresco. Cepa de porte rastrero, con hojas orbiculares de textura fina, senos laterales profundos y seno peciolar en forma de lira abierta que produce racimos cónicos de uva grande dorada y esférica.

En el pasado era considerada una uva neutra, sin grandes cualidades olfativas y gustativas. En la actualidad, gracias a la implantación de técnicas modernas de vinificación, se ha sacado más partido de ella dando uno vinos francos aunque algo faltos de acidez, con aromas afrutados, frescos, fáciles de beber.



Cabernet Sauvignon.  Cepa de ciclo muy favorable de racimo pequeño y de baja producción. Produce vinos de muy alta calidad, tanto en jóvenes como en crianza. Buen equilibrio alcohol-acidez.

Garnacha. De porte erguido y buena producción. Ofrece rosados y tintos sabrosos en su juventud, adaptándose equilibradamente a crianzas cortas

Malvar. Cepa de buena producción, maduración temprana y porte erguido. Da lugar a vinos frescos, aromáticos, claramente personales.

Parellada. Racimo grande y comprimido, con uvas de tonalidades verdosas. Da vinos afrutados y aromáticos en su juventud, muy apta para vinos espumosos.

Tempranillo. Varietal de bajo rendimiento y racimo pequeño. Da vinos de altísima calidad. Por su equilibrio y estabilidad de materia colorante son excelentes para vinos jóvenes y crianzas.

Torrontés. Cepa vigorosa, de racimo grande, bayas de color ambarino. Variedad aromática y estructurada, aconsejada para elaborar blancos jóvenes y afrutados.

Viura o Macabeo. Cepa rústica muy productiva. Vinos afrutados de color amarillo pajizo. Variedad de gran calidad en la elaboración de vinos jóvenes, espumosos y blancos de crianza y reserva.


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